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Vivimos en una sociedad cada día más conectada, con nuestra vida inmersa en redes sociales, con menos intimidad, con círculos de amistades amplios de uno u otro sexo, donde se puede tener la sensación de pérdida de exclusividad en ciertos aspectos de la pareja. Ante esta realidad social es probable que los celos hayan adquirido más relevancia. No es raro ver el perfil online o por televisión de alguien que busca pareja y un rasgo muy común es que no soporta a las personas celosas. Tampoco es raro ver a una pareja hablando tranquilamente hasta que a uno de los dos le llega un WhatsApp al móvil y se puede observar una falta de confianza en la otra persona y una falta de respeto por su intimidad.

El término celos hace referencia a una emoción que surge ante la sospecha real o imaginaria de amenaza a una relación que consideramos valiosa. Me gustaría resaltar de esta definición las palabras emoción y sospecha imaginaria. Recordemos que una emoción es un proceso que implica factores subjetivos, cognitivos, fisiológicos y conductuales. Y, sobre todo, lo importante de cara a una celotipia, la sospecha imaginaria. Desde un punto de vista puramente evolucionista (Buss, Larsen, Weten y Semelroth, 1992), los celos son un mecanismo adaptativo cuyo objetivo es garantizar la reproducción y propagación de los propios genes. La principal amenaza para los hombres es que su pareja tenga hijos con otro hombre, es decir, la infidelidad sexual. Para las mujeres, el hecho de que su pareja se implique emocionalmente en una relación externa puede poner en peligro los recursos necesarios para la supervivencia de su descendencia, es decir, la infidelidad emocional. No obstante, hay que tener en cuenta el enfoque cultural (DeSteno y Salovey, 1996a) donde los celos se conciben en función de las normas sociales existentes en una determinada cultura acerca de la propiedad sexual. Esto quiere decir que si una mujer mantiene relaciones sexuales con otra persona es porque probablemente está vinculada emocionalmente con ella. Las mujeres, por otra parte, creen que si un hombre es infiel emocionalmente también lo será sexualmente, pero no al revés, por eso perciben como más estresante la infidelidad emocional.

Otros estudios recientes que se han hecho sobre este tema sugieren varios datos bastante interesantes:

– En relación con las características del rival, la reacción de celos se genera cuando, mediante comparación social, son cuestionados frente a un rival aquellos aspectos que son relevantes para el autoconcepto de la persona como el aspecto físico, estatus social, inteligencia, dinero o poder (DeSteno y Salovey, 1996b).

– Las mujeres sienten los celos con más intensidad y los hombres perciben la infidelidad sexual como una amenaza a su autoestima. (García-Leiva, Gómez-Jacinto y Canto, 2001).

Hasta aquí he expuesto lo que se podrían considerar como celos socialmente aceptados. Vamos ahora con la psicopatología de los celos, celotipia o celopatía, capaz de hacer tambalear los cimientos más sólidos de una relación y hacer que llegue a su final.

En una pareja es importante respetar la intimidad y el espacio de cada persona, sus necesidades, entender que es una relación complementaria, no competidora. En los celos patológicos se producen un conjunto de sentimientos relacionados con una situación de rivalidad en la que la persona siente amenazada la posesión de algo psicológicamente suyo y que le supone una amenaza a su autoconcepto (sobre todo en personas inseguras y con una baja autoestima). Dependiendo del grado en el cual se manifiesten pueden dar lugar a alteraciones en la pareja, los interrogatorios se vuelven rutina y la persona celosa lo controla todo de la pareja, se producen discusiones, dificultades en la comunicación, desestabilización, ruptura y lo que es más grave, agresiones y homicidios. La persona celotípica necesita a toda costa controlar los movimientos de su pareja, opina que la otra persona peca de ingenuidad y que le van a engañar, no soporta que su pareja salga solo o con sus amigos/as, construye una escena de celos sin motivo y cree saber más sobre su pareja que ella misma. La persona celosa se vuelve hipervigilante y tiene que instigar a descubrir sentimientos, intenciones y artimañas, llegando al final a esclarecer su verdad, una verdad absoluta para él o ella, y totalmente ajena a la verdad real o a las explicaciones de su pareja. Finalmente, todo esto se torna en ideas delirantes que llevan a una desconexión de la realidad, a sesgos mentales que implican procesar la información de tal manera que todo lo que se piense va a ser egosintónico (impulsos o ideas aceptables para el yo) y en consonancia con los sentimientos de celos.

Desde las teorías del aprendizaje se postula que la celotipia queda reforzada negativamente, es decir, los celos hacia la pareja generan estrés, ansiedad y hasta depresión, que se ve reducida mediante discusiones, interrogatorios, controles y conductas celotípicas.

Por último, añadir que la celopatía no depende de la pareja con la que la persona celosa está, esto quiere decir que, a falta de ayuda psicológica por parte de un profesional, el problema seguirá presente en la pareja actual y en las futuras relaciones que se tengan.

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Bibliografía:
 - Buss, D.M., Larsen, R.J., Westen,D. y Semmelroth, J. (1992). Sex differences in jealousy:
Evolution, physiology,and psychology. Psychological Science, 3,251-255.
 - DeSteno, D.A. y Saloey, P.(1996a). Evolutionary origins ofsexdifferences in jealousy?
Questioning the “fitness” of the model. Psychological Science, 7,367-372.
 - DeSteno, D.A. y Saloey, P.(1996b). Jealousy and the characteristics of one´s rival:
A self-evaluation maintenance perspective. Personality and SocialPsychology Bulletin, 22, 920-932.
 - García-Leiva, P., Gómez-Jacinto, L. y Canto, J.M. (2001) Reacción de celos ante una infidelidad:
diferencias entre hombres y mujeres y características del rival. Psicothema, 13, 611-616.
 - Gaviria, E., Cuadrado, I. y López, M. (2013). Introducción a la psicología social (2nd ed.).
Madrid: Sanz y Torres.
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